Américo Vespucci llegó a España desde Florencia poco antes de la primera salida de Cristóbal Colón, enviado por la casa bancaria de los Médicis para una misión mercantil. Cuando el 15 de marzo de 1493 regresó Cristóbal Colón de su primer viaje y habló de las inmensas riquezas encontradas, las casas comerciales de Génova y Venecia empezaron a ver la posibilidad de abrir nuevas rutas para el transporte de las especias, la moneda de cambio en aquella época. También los Médici trataron de informarse con vistas a orientar sus futuros negocios, y posiblemente las primeras noticias de la hazaña de Colón llegaron a ellos a través de las cartas, más o menos precisas, de Vespucio.
Cuando muere Beraldi, con quien había estado trabajando desde su llegada a España, Vespucci quedó sin trabajo. Así nació su meta de emprender él mismo viaje a las Indias, lo que hizo en 1497 y luego en mayo de 1499. En esta segunda expedición, dirigida por Alonso de Ojeda, siguió la ruta del tercer viaje de Colón: el 4 de mayo de 1499, las naves zarparon del Puerto de Santa María y, tras veinticinco días de navegación, llegaron a la desembocadura del Orinoco, ya descubierta por Colón, e iniciaron el recorrido de la costa en dirección norte.
Vespucci encontró la geografía del lugar muy parecida a Venecia, por lo que llamó a esas tierras Venezuela o “Pequeña Venecia”. La expedición de Ojeda prosiguió su exploración hasta alcanzar el cabo de Vela, en la actual Colombia, y los cartógrafos dibujaron por primera vez parte del contorno de las tierras descubiertas.
Cuando regresó a España, se propuso emprender nuevos viajes. Aunque la autenticidad de sus posteriores expediciones ha sido puesta en duda por numerosos historiadores, el mismo Vespucio da cuenta en sus cartas de dos más. En el tercer viaje, enviado por el rey de Portugal, recorrió la costa de Brasil y regresó a Lisboa en julio de 1502; y en el cuarto, también por cuenta portuguesa, debió de recorrer de nuevo las costas brasileñas a finales de 1503, Americo Vespuci tenía la sospecha hace tiempo de que estas tierras no eran tierras asiáticas, sino que se trataba de un nuevo continente, lo que confirmó en este último viaje y contó a todos en su libro Mundus Novus (nuevo mundo), en este libro se reproducía una carta de Vespucio a Lorenzo de Médicis en la que narraba sus viajes, y al año siguiente se imprimía su segunda obra, Lettera di Amerigo Vespucci delle isole nuovamente ritrovate in quattro suoi viaggi, en la que expresaba su convencimiento de que entre Europa y Asia existían nuevas tierras.
El descubrimiento causó tanto revuelo que en 1507 Martin Waldseemüller decidió editar las cartas de Vespucci y escribir: «Ahora que esas partes del mundo han sido extensamente examinadas y otra cuarta parte ha sido descubierta por Américo Vespucio, no veo razón para que no la llamemos América, es decir, tierra de Américo, su descubridor, así como Europa, África y Asia recibieron nombres de mujeres.»
El nombre de América empezó a difundirse por todo el mundo. Poco antes, en 1505, Amerigo Vespucci se había convertido en Américo Vespucio al serle concedida la nacionalidad en los reinos de Castilla y León. Su fama como marino y comerciante había crecido considerablemente, hasta el punto de llevarle a participar en la Junta de Burgos al lado de marinos, descubridores y cartógrafos tan ilustres como Vicente Yáñez Pinzón, Juan Díaz de Solís y Juan de la Cosa en 1507, y a ser nombrado piloto mayor de la Casa de Contratación al año siguiente.
A su muerte, en 1512, el Nuevo Mundo se había convertido definitivamente en América. Pasados algunos años, Waldseemüller supo que el verdadero descubridor del nuevo continente fue Cristóbal Colón y quiso corregir su error en una nueva edición de su obra que vio la luz en 1516. Era demasiado tarde: había pasado casi un cuarto de siglo desde el descubrimiento de América, el ritmo de las exploraciones era frenético y nadie le escuchó. Sólo un trozo de tierra americana adoptó el apellido del almirante pionero: Colombia.
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